Páginas

viernes, 27 de enero de 2012

Por qué elegí y elijo de nuevo parir en casa / Por que eu escolhi e escolho novamente parir em casa

ARTÍCULO EN ESPAÑOL (Traduzido ao português embaixo):

“No vivas dando tantas explicaciones. Tus amigos no las necesitan, tus enemigos no las creen y los estúpidos no las entienden”, o ni las escuchan, diría yo. Acabo de leer esto en una imagen del facebook y me pregunto a mí misma… ¿por qué escribes este artículo entonces? Bueno, pues porque aunque concuerde con que no deberíamos vivir dando explicaciones, la realidad es que la gente las pide, y cuando digo “la gente” no me refiero a desconocidos (que también), sino a gente cercana, familia, amigos, entorno… gente que nos apetezca que escuche y entienda nuestros motivos, dado que han mostrado interés. Pero no siempre es fácil que esto ocurra. Tal vez por escrito…

Por otro lado, si no lo hacen, directamente entran a opinar gratuitamente o, lo que es peor aún, a valorar y juzgar. Así que para todo aquel que no se atreva a preguntar, no entienda o no haya querido pararse a escuchar los motivos por los cuales elegí hace 4 años parir en casa, y por qué lo elijo nuevamente ahora para mi tercera hija, va este artículo. Quien quiera saber la respuesta, aquí se la ofrezco gustosa, y espero que también clara.

POR QUÉ QUIERO PARIR EN CASA: MOTIVOS OBJETIVOS

La prestigiosa revista médica British Medical Journal publica el estudio más exhaustivo hasta la fecha sobre partos en casa en Canadá y EEUU: el estudio incluye 5.418 mujeres que dieron a luz en casa en el año 2000, y las más de 400 matronas que les atendieron:

-De los más de cinco mil nacimientos que ocurrieron en casa, según el estudio del British Journal, el 87% no tuvieron complicación alguna y transcurrieron con total normalidad.

-No existe evidencia alguna de que dar a luz en el domicilio de forma planificada sea peligroso y arriesgado.

-La frecuencia de intervenciones fue realmente baja en los partos en casa:

--4,7% de anestesia peridural.

--2,1% de episiotomías (frente al 33% de episiotomías en el hospital).

--1% de fórceps.

--0,6% de uso de ventosa.

--3,7% de cesáreas (frente al 19% de cesáreas en hospital).

--Tasa de mortalidad perinatal (intraparto y neonatal) de 1,7 por 1.000 (semejante a la observada en partos de bajo riesgo atendidos en hospital)-

--No hubo muertes maternas.

--Grado de satisfacción de “muy satisfechas” del 97%

--Seis semanas después del parto el 95.8% de las mujeres que habían dado a luz en su casa seguían amamantando y el 89.7% de ellas en exclusiva.

--Según datos del estudio, el parto hospitalario normal, por la cantidad de procedimientos e intervenciones médicas realizadas, resulta tres veces más caro que un nacimiento similar ocurrido en casa.

No es lo mismo...
-La conclusión es que los partos en casa asistidos por matronas tienen los mismos resultados perinatales que los partos hospitalares de bajo riesgo, pero con la inmensa ventaja de una frecuencia muchísimo menor de intervenciones médicas y un altísimo grado de satisfacción.

-Por tanto, se puede afirmar que el parto en casa NO implica más riesgos ni para las madres ni para sus bebés, y sin embargo sí que cursa con diversas ventajas, como es el menor riesgo de sufrir intervenciones desagradables y que conllevan consecuencias emocionales y físicas para la mujer.

Enlace al estudio citado:http://www.elpartoesnuestro.es/%20http:/bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/330/7505/1416
Versión pdf en: http://bmj.bmjjournals.com/cgi/reprint/330/7505/1416

Sobre las episiotomías

La episiotomía es un corte realizado por la matrona o el ginecólogo en el periné. Es un corte profundo, en contra de lo que suelen ser los desgarros naturales que pudieran ocurrir en un parto normal sin episiotomía (que, además, respetándose la posición que la madre escoja y los tiempos de expulsivo, suelen no ocurrir). Un desgarro natural ocurre en el sentido de las fibras musculares, y en la mayoría de los casos es superficial, es decir, afecta a la piel, pero no a la musculatura. No así una episiotomía, que incomoda más al cicatrizar y deja más secuelas (a veces permanentes) por tratarse de un corte profundo de musculatura y piel hecho por el bisturí en el sentido contrario a las fibras musculares.

En España la tasa de episiotomías en primíparas es prácticamente del 100%. Se trata de una práctica médica innecesaria que se realiza aún como rutina y que puede y debe evitarse en casi la totalidad de los casos. La episiotomía puede provocar y provoca graves consecuencias para la salud física y reproductiva de las mujeres. Incontinencias urinarias, disfunciones sexuales, etc.

Sobre las cesáreas

La cesárea, por fácil y rápida que sea, no deja de ser una cirugía: con puntos internos y externos, tanto musculares como epidérmicos, y con las consecuencias, posibles complicaciones, recuperación e incomodidades posteriores que cualquier otra cirugía pueda tener. Más aún en un momento delicado como es el puerperio, en el que la mujer tiene que encargarse de un bebé (vestirlo, bañarlo, amamantarlo, cambiarle el pañal...), con lo que eso supone emocional y físicamente de carga añadida a la recuperación de la operación.

España tiene una tasa de cesáreas del 23,5% (20.8% en sanidad pública, 31% en privada. Fuente: Ministerio de Sanidad. Instituto Nacional de Información Sanitaria, 2002).
La tasa de cesáreas de Brasil supera el 50% y muchos hospitales y clínicas privadas alcanzan más del 90% de cesáreas, habiendo obstetras que incluso se niegan desde el comienzo del embarazo a atender a embarazadas que pretendan tener un parto vaginal, pues ellos “sólo hacen cesáreas”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar el 15% de cesáreas.

-En Holanda El 40% de los partos son asistidos en casa, cubierto por el sistema nacional de salud.

Otros motivos objetivos:

- Parir en casa no significa parir desasistida, ni en cuanto a personal sanitario ni en cuanto a medios al alcance. Los profesionales sanitarios no van con las manos vacías a casa de la parturienta, sino que llevan un maletín con equipamiento médico amplio y suficiente para actuar ante posibles complicaciones (menores, como un desgarro, o mayores, como una hemorragia), o durante un traslado al hospital en caso de urgencia.

-Los profesionales que asisten partos en casa son comadronas o médicos con experiencia en este tipo de acontecimientos y que, además, se han formado previa y específicamente en proporcionar cuidados médicos básicos ante situaciones como la distocia de hombros, hemorragia postparto, suturas de desgarros vaginales, y reanimación de neonatos. Pero, sobre todo, en el diagnóstico de cualquier indicio de riesgo y la toma de decisión adecuada para propiciar un traslado al hospital antes de que surja alguna complicación del parto. Es decir, es gente preparada y profesional.

-Uno de cada 9 partos planificados en casa necesitan terminar en el hospital, pero la mayoría de las veces, los traslados son sin urgencia. Generalmente son por previsión de posibles complicaciones o, lo que resulta más usual todavía, por petición de la parturienta al solicitar anestesia, que no puede ser administrada en su domicilio.

-En un hospital las posibilidades de salvar una situación complicada son mucho mayores que en un parto en casa. Pero también es obvio que se van a crear muchas menos situaciones complicadas en un parto en que se mantienen las condiciones emocionales y posturales que la naturaleza tiene previstas para el parto y, además, al más mínimo indicio de que algo puede no ir bien, la matrona de parto en casa, te aconsejará continuar en el hospital.

-Sólo hay una forma de saber hacia dónde se inclina la balanza en cuestión de seguridad: los estudios científicos. La investigación científica dice que ambas opciones, hospitalaria y domiciliaria, son igual de seguras.

POR QUÉ QUIERO PARIR EN CASA: MOTIVOS SUBJETIVOS

Habiéndome informado de las cuestiones objetivas sobre la seguridad de parir en casa, decidí y vuelvo a decidir parir en mi propia casa porque:

-Quiero hacerlo rodeada de mi familia (marido, hijos y mi madre), y que mi marido tenga un papel activo en el proceso de parto, no teniendo que limitarse a pedir permiso para tocarme, mirar u ofrecerme algo de beber y/o comer. En un hospital sólo podría contar con la presencia de mi marido, y eso en caso de que sea un parto no instrumentalizado, pues en caso de fórceps, ventosa, o cesárea, él no podría acompañarme, siendo cuando tal vez más lo necesitara.

-Quiero sentirme dueña de la situación, y cuando uno está en su propia casa no pierde jamás ese papel “de poder”, que sí puede perder entrando en un lugar “como invitada”. En casa eres libre para ir a la cocina y abrir la nevera, al baño a hacer pis u otras cosas, a meterte en la ducha o bañera, a tu habitación a tumbarte o para mandar a alguien que por favor haga silencio. No tienes vergüenza de la posición que tu cuerpo elige o de los sonidos que emites (gritos, gruñidos, gemidos, vocales o cantos), porque estás en casa acompañada de quien quieres, e incluso sola en un cuarto si es lo que te apetece. En un lugar ajeno probablemente pedirías permiso para todas estas cosas, y la mayoría de las veces serán denegadas. Estando en casa, quienes piden permiso para servirse algo, moverse por ahí o hablar ante la mujer de parto son los que vienen de fuera (matrona, doula, neonatóloga, fotógrafa o quien sea que esté presente).

-Quiero que mis hijos tengan la oportunidad (si ellos también lo desean, llegado el momento) de presenciar el nacimiento de su hermana en primera persona, que no estén excluidos de un momento tan intenso, natural y hermoso, que tienen posibilidad de vivenciar. Quiero que vean que ese puede ser un acontecimiento vivido en familia, en intimidad, con la fuerza que lleva implícita. Que un parto no sea un tabú, que la llegada de un bebé al mundo es algo tan maravilloso que vale la pena cuidarlo y honrarlo como merece, ¡y qué mejor que vivirlo en su propia casa con su propia familia! Tienen la oportunidad de vivirlo y no quiero negársela. Si llegado el momento prefieren estar a otra cosa o en otro lugar, habrá una persona (su abuela, con quien tienen toda confianza) para acompañarles. No están obligados a estar presentes, pero tampoco a permanecer ajenos a ello.

-Quiero tener libertad de movimientos: poder moverme agusto, levantarme y pasear, sentarme en mi pelota de pilates para hacer círculos y facilitar la bajada del bebé al mismo tiempo que alivio el dolor, meterme en la ducha o bañera para relajarme o aliviar el dolor con el agua caliente, quedarme a solas en mi habitación si necesito aislarme o permanecer acompañada de mis seres más queridos si requiero de su presencia, masajes, palabras de aliento u otras muestras de cariño y apoyo.

-Quiero saber que nadie va a invadir mi privacidad, y que los profesionales que estén presentes lo harán desde el respeto a mis ritmos y los de mi hija. Que nadie va a meter los dedos en mi vagina sin mi permiso, y que probablemente ni eso haga falta, porque para un verdadero profesional del parto no es imprescindible hacer tactos para saber en qué momento del parto estamos.

-Quiero que haya silencio y luz tenue. Quiero poder tomarme el colacao que me pedía el cuerpo durante las 17 horas de trabajo de parto de mi primer hijo en el hospital (sin las gafas veía de lejos la papelera de desechos de la sala de partos, que era amarilla con tapa roja, y yo sólo pensaba en un colacao), y comerme el bocadillo de tortilla que me apetecía en el de Adriano (y no tenía listo, ¡mecachis! Esta vez no me pillan).

-Quiero recibir yo a mi hija, sin que nadie me la arrebate para aspirarle nada que no sea necesario aspirarle de las vías respiratorias, ni para echarle un ardiente nitrato de plata en sus ojitos que tratan de acostumbrarse a la luz extrauterina. Quiero mirarla, abrazarla, olerla, besarla y hablarle antes de que nadie corte su cordón umbilical, porque éste sólo será cortado cuando deje de latir y ella haya recibido toda la sangre a la que tiene derecho, de la placenta.

-Quiero que esperar y respetar que un agarre natural a mi pecho sea más prioritario que pesarla, que se puede hacer un buen tiempo después sin que suponga ningún problema.

-Quiero que permanezca en contacto con mi piel y que conozca a su papá y hermanos antes de a un montón de desconocidos que la cogen, secan, visten, pesan, toquetean y menean de acá para allá.

-En definitiva: quiero estar en casa y que el nacimiento de mi hija sea un acto de amor inundado de hormonas que fluyen en libertad porque no han sido interferidas, y no un conjunto de protocolos médicos hechos casi en serie en un lugar dónde sólo soy “la de la habitación 501”.

Y como la evidencia científica dice que es igual de seguro (tratándose de embarazos y partos de bajo riesgo) parir en casa que en hospital, pero que en casa hay menos intervenciones y más satisfacción. Y a eso se une mi expreso deseo de parir en casa (cada cual es libre de sentirse más a gusto en un ambiente o en otro, y debería poder tener la libertad de escoger cómo quiere recibir a su bebé)… No veo más lógica que hacerlo como yo y mi marido queremos, como ya hemos hecho con anterioridad y como más seguros, tranquilos, felices e ilusionados nos sentimos en hacerlo: EN NUESTRA CASA.

-Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin el consentimento de la autora:

Elena de Regoyos
-Doula de puerpério e coach parental
-Consultora de slings e amamentação
Tlf (Br) +55 19-9391 4134 / Tlf (Esp) +34 696 08 25 21

--
ARTIGO COMPLETO EM PORTUGUÊS:

"Não viva dando tantas explicações. Seus amigos não precisam delas, seus inimigos não vão acreditar e os estúpidos não as entendem", ou nem as ouvem, eu acho. Acabei de ler isso em uma imagem do facebook e eu me pergunto... por que escrever este artigo, então? Bem, porque apesar de eu concordar que não devemos viver dando explicações, a realidade é que as pessoas perguntam por elas, e quando digo "as pessoas" eu não estou falando de estranhos (que também), senão de pessoas próximas, família, amigos, o entorno... Pessoas que queremos que ouçam e compreensam os nossos motivos, pois eles têm mostrado interesse neles. Mas nem sempre isto é fácil de acontecer. Talvez por escrito...

Por outro lado, se eles não o compreendem, entram diretamente a opinar de graça, ou o que é pior ainda, a avaliar e julgar. Então, para todos aqueles que não ousam perguntar, que não entendem ou não querem parar para ouvir as razões pelas quais eu escolhi há 4 anos dar à luz em casa, e por que o escolho novamente, agora para a minha terceira filha, é este artigo. Quem quiser saber a resposta, com prazer a ofereço aqui, espero que fique exposta com clareza.

POR QUE EU QUERO PARIR EM CASA: RAZÕES OBJETIVAS

A revista British Medical Journal publicou o estudo mais completo até à data em partos domiciliares no Canadá e nos EUA: o estudo inclui 5.418 mulheres que deram à luz em casa em 2000, e às 400 parteiras que participaram deles.

-Dos mais de cinco mil partos que ocorreram em casa, de acordo com o estudo do British Journal, 87% não tiveram qualquer complicação e aconteceram normalmente.

-Não há nenhuma evidência de que dar à luz em casa de forma planejada seja perigoso e arriscado.

-A frequência das intervenções foi realmente menor em partos domiciliares:

-- 4,7% da anestesia peridural.
-- 2,1% de episiotomias (em comparação com o 33% de episiotomias no hospital).
-- 1% de fórceps.
-- 0,6% do uso de vácuo.
-- 3,7% de cesarianas (em comparação com 19% de cesarianas no hospital).
-- A mortalidade perinatal (intraparto e neonatal) de 1,7 por 1.000 (similar à observada em partos de baixo risco atendidas no hospital) -
-- Não houve mortes maternas.
-- Grau de satisfação de "muito satisfeita" de um 97%
-- Seis semanas após o parto um 95,8% das mulheres que deram à luz em casa ainda estavam amamentando e 89,7% delas de forma exclusiva.

Link ao estudo citado:
http://bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/330/7505/1416
Versão em PDF em: http://bmj.bmjjournals.com/cgi/reprint/330/7505/1416

-De acordo com o estudo, o nascimento em um hospital é três vezes mais caro do que um nascimento ocorrido em casa, devido ao alto nível de intervenções e protocolos aplicados no hospital.

-A conclusão é que partos domiciliares assistidos por parteiras têm os mesmos resultados perinatais que os partos hospitalares de baixo risco, mas com a imensa vantagem de uma freqüência muito menor de intervenções médicas e um alto grau de satisfação.

-Então podemos dizer que o parto domiciliar não envolve nenhum risco a mais para as mães e seus bebês, porém, ele apresenta várias vantagens, como redução do risco de intervenções que impliquem desagradáveis ​​consequências emocionais e física para as mulheres.

Sobre a episiotomia

Uma episiotomia é um corte feito no períneo pela parteira ou ginecologista. É um corte profundo, ao contrário das lacerações naturais que podem ocorrer em um parto normal sem episiotomia (que respeitando a posição que a mãe escolhe no expulsivo, geralmente nem ocorre). A laceração ocorre na direção das fibras musculares, e na maioria dos casos é superficial, ou seja, afeta a pele, mas não ao músculo. Não é assim uma episiotomia, que incomoda mais até ela cicatrizar e deixa mais seqüelas (às vezes permanentes), por se tratar de um corte profundo do bisturi que afeta ao músculo e à pele, e que é feito no sentido contrário das fibras musculares.

Na Espanha, a taxa de episiotomias em primíparas é quase do 100%. Esta é uma prática médica desnecessária que é realizada rotineiramente e ainda pode e deve ser evitada em quase todos os casos. Uma episiotomia pode causar e causa graves conseqüências para a saúde física e reprodutiva das mulheres, como incontinência urinária, disfunção sexual, etc.

Sobre a cesárea

A cesarea, por fácil e rápida que possa parescer, não deixa de ser uma cirurgia: com pontos internos e externos, tanto musculares quanto epidérmicos, e com as conseqüências, possíveis complicações, a recuperação e o desconforto posterior que qualquer outra cirurgia possa ter. Pior ainda, num momento delicado como é o período pós-parto, em que a mulher tem que cuidar de um bebê (banhá-lo, vestí-lo, amamentá-lo, trocar as suas fraldas...), com o que isso supõe emocional e fisicamente de carga a mais à recuperação da cirurgia.

A Espanha tem uma taxa de cesarianas do 23,5% (20,8% na saúde pública, 31% na privada. Fonte: Ministério da Saúde Instituto Nacional de Informação em Saúde, 2002.).
A taxa de cesarianas no Brasil é de mais do 50% e muitos hospitais e clínicas particulares chegam a mais do 90% de cesarianas, tendo mesmo obstetras que se recusam, já desde o comecinho da gestação, a tratar mulheres grávidas que desejam ter um parto vaginal, porque eles "só fazem cesáreas".
A Organização Mundial da Saúde (OMS) recomenda não superar o 15% de cesarianas.

-Na Holanda, o 40% dos nascimentos são assistidos em casa, cobertos pelo sistema nacional de saúde.

Outras razões objetivas:

- Parir em casa não significa parir desasistida, nem no relativo ao pessoal sanitário nem em termos de recursos disponíveis. As parteiras e/ou obstetras não vão de mãos vazias para casa da mãe, senão carregando uma mala com equipamento médico amplo e suficiente para agir perante possíveis complicações (menores, como uma laceração, ou maiores, como hemorragias), ou durante uma transferência ao hospital em uma emergência.

-Os profissionais que atendem partos domiciliares são parteiras ou médicos com experiência em tais eventos e, além disso, tem formação específica para agir perante situações como a distócia de ombro, hemorragia pós-parto, suturas de lacerações vaginais e reanimação neonatal. Mas acima de tudo, estão preparados para saber diagnosticar qualquer sinal de risco e tomar a decisão adequada como possa ser a de transferir à mãe para o hospital antes que haja uma complicação do parto. Ou seja, são pessoas preparadas e profissionais.

-Um de cada nove nascimentos planejados em casa termina no hospital, mas na maioria das vezes as transferências não são de emergência. São geralmente devidas a antecipação de possíveis complicações, ou, o que é mais comum ainda, a pedido da mãe solicitando anestesia, que não pode ser administrada em casa.

-Em um hospital as chances de salvar uma situação complicada são muito maiores do que um parto em casa. Mas também no hospital são criadas maiores situações de risco por não respeitar as condições emocionais e posturais que a natureza tem previstas para o parto e, além de tudo, a parteira está sempre pronta para se adiantar às complicações e indicar a conveniência de um traslado ao hospital.

-Só temos uma maneira de saber para onde se inclina a balança na questão da segurança: os estudos científicos. E a pesquisa científica diz que ambas opções, hospitalar ou domiciliar, são igual de seguras.

POR QUE EU QUERO PARIR EM CASA: MOTIVOS SUBJETIVOS

Tendo me informado sobre as questões objetivas sobre a segurança do parto domiciliar, decidi e ainda decido de novo parir em minha própria casa porque:

-Eu quero fazê-lo rodeada da minha família (marido, filhos e minha mãe), e que o meu marido tenha um papel ativo no processo de parto, não se limitando a ter que pedir permissão para me tocar, olhar ou dar-me algo para beber e / ou comer . Em um hospital só poderia contar com a presença do meu marido, e isso no caso de um parto não instrumentalizado, pois em caso de fórceps, vácuo, ou cesariana, ele não poderia acompanhar-me, sendo talvez quando eu mais iria precisar dele.

-Quero me sentir a dona da situação, e quando uma pessoa permanesce em casa nunca perde esse papel "de poder", que pode, sim, perder, indo para um lugar "como um convidado". Em casa, você é livre para ir para a cozinha e abrir a geladeira, ao banheiro para fazer xixi ou outras coisas, para entrar no chuveiro ou banheira, no seu quarto para deitar um pouco ou para mandar alguém fazer silêncio. Não tem vergonha da posição que o seu corpo escolhe ou dos sons que você emite (gritos, grunhidos, gemidos, vogais ou cantos), porque está em casa, acompahada de quem quer, ou até sozinha em um quarto, se quer também. Em um lugar estranho, provavelmente, teria que pedir permissão para todas estas coisas, que na maioria das vezes, além do mais, serão negadas. Enquanto em casa, quem pedi permissão para se servir alguma coisa, se mover por aí ou falar com a mulher que está em trabalho de parto é quem vêm de fora (parteira, doula, neonatologista, fotógrafo ou quem estiver presente).

-Quero que meus filhos tenham a oportunidade (se assim o desejarem chegado o momento) de vivenciar o nascimento da sua irmã em primeira pessoa, que não sejam excluídos de um momento tão intenso, natural e belo, que eles tem a possibilidade de presenciar. Eu quero que eles vejam que isso pode ser um evento familiar vivido na intimidade, com a força que isso implica. Que um parto não é um tabu, que a chegada de um bebê ao mundo é uma coisa tão maravilhosa que vale a pena cuidar e honra como ele merece. E que melhor do que vivê-lo em casa com a sua própria família! Eles têm a oportunidade de viver isso e eu não quero impedí-lo. Se chegada a hora, eles preferem outra coisa ou ficar em algum outro lugar, haverá uma pessoa (sua avó, com quem têm confiança) para acompanhá-los. Eles não são obrigados a estar presentes, mas também não serão excluidos.

-Eu quero me movimentar tranquila, me levantar e caminhar, sentar na minha bola de pilates para rebolar, facilitando a descida do bebê enquanto alivio a dor, entrar no chuveiro ou na banheira para me relaxar ou aliviar a dor com água quente, ficar sozinha no meu quarto se eu precisar me isolar, ou ficar junto com meus entes queridos se eu precisar de sua presença, massagens, palavras de força ou outras demonstrações de carinho e apoio.

-Quero saber que ninguém vai invadir minha privacidade, e que os profissionais que estarão presentes vão respeitar o meu ritmo e o da minha filha. Que ninguém vai colocar os dedos na minha vagina sem a minha permissão, e que provavelmente nem disso vão precisar, porque para um verdadeiro profissional não é essencial fazer toques para descobrir em que periodo do parto estamos.

-Quero que haja luz tenue e silencio. Quero poder tomar o meu leite com chocolate que fiquei desejando durante as 17 horas de trabalho de parto do meu primeiro filho, no hospital (sem os óculos eu via de longe a lixeira de material cirúrgico, que era amarela com tampa vermelha, e só pensava no meu chocolatinho –a marca da que eu gosto, na Espanha, é dessas cores-) e comer o sanduíche de “tortilla de patatas” que eu queria no de Adriano (e não estava pronto, puxa vida! Desta vez eu preparo).

-Quero receber eu mesma à minha filha, e que ninguém a tire de mim para aspirar qualquer coisa que não seja necessária das vias aéreas, ou para pingar nitrato de prata ardente nos seus olhinhos que tentam se adaptar à luz fora do útero. Olhar para ela, abraçá-la, cheirá-la, beijá-la e falar com ela antes que alguém corte o cordão umbilical, que só será cortado quando pára de bater e ela tenha recebido todo o sangue ao que tem direito da placenta.

-Quero que esperar e respeitar uma pega natural ao meu peito seja prioritário ao fato de saber quanto pessou, o que pode ser perfeitamente feito uma hora mais tarde, sem envolver qualquer problema.

-Quero ficar em contato pele a pele com ela, e que ela conheça o seu pai e irmãos antes que um bando de estranhos que pegam ela, a secam, a vestem, a pesam, mexer e levam de um lado para o outro.

-Em suma, eu quero estar em casa e que o nascimento da minha filha seja vivido como um ato de amor, inundado de hormônios que fluam livremente porque não sofreram interferência, e não um conjunto de protocolos médicos feitos quase em série em um lugar onde eu sou apenas a "Sala 501".

E como a evidência científica diz que é tão seguro (no caso de gestações e partos de baixo risco) dar à luz em casa do que no hospital, mas em casa há menos intervenção e mais satisfação. E a isso eu adiciono o meu desejo expresso de parir em casa (todo mundo é livre para se sentir mais confortável em um ambiente ou outro, e deveriam ter a liberdade de escolher como querem receber o seu bebê)... Eu não vejo mais lógica do que fazê-lo do jeito que o meu marido e eu queremos, como já fizemos antes e como mais seguros, tranquilos, felizes e ilusionados nos sentimos para fazê-lo: NA NOSSA CASA.

-Proibida a reprodução total ou parcial deste artigo sem o consentimento da autora:

Elena de Regoyos
-Doula de puerpério e coach parental
-Consultora de slings e amamentação
Tlf (Br) +55 19-9391 4134 / Tlf (Esp) +34 696 08 25 21

miércoles, 11 de enero de 2012

Crianças “boas”, crianças “más”... E a chantagem emocional da mágica do Natal

Acabaram as festas de Natal, que aqui na Espanha começam com o sorteio da lotería do dia 22 de dezembro e terminam com a chegada dos Reis Magos a noite do 5 ao 6 de janeiro (também acompanhado pela loteria “del Niño” esse mesmo dia).

Deixo para outro dia o nojento consumismo que vivemos também por causa disso... É questão de outra análise. Mas vi fotos de salas de amigas ou conhecidas, nos dias de ganhar presentes, que me deixaram realmente enjoada. Não quero imaginar nem o dinheiro que tudo esse monte de presentes pode ter custado, nem os estragos que isso pode fazer na cabeça de uma criança, que nem alcança entender que tudo isso é para ele, incapaz de abarcar nem mental nem fisicamente tal excesso.

Mas eu quero falar, precisamente, dos Reis Magos, ou melhor dito, de como a sociedade utiliza esse dia de mágica, fantasia e ilusão para fazer chantagem com as crianças, ameaçá-las durante todo o Natal (e vários meses antes, até), e fazê-las sentir julgadas, observadas e avaliadas a cada passo que dão... “porque senão os Reis Magos vão te trazer carvão”.

O que é isso? Vamos viver a mágica de uma tradição, ou vamos inventar mais uma ferramenta de submissão de filhos?

Eu fiquei cansada estes dias, irritada e raivosa com cada comentário que meus filhos (e eu) tivemos que escutar diariamente, de conhecidos e desconhecidos, lhes ameaçando com não ganhar presentes dos Reis Magos se eles não eram boas crianças. E o que dizer daqueles que lhes comparam entre eles: “Quem se comporta melhor dos dois? Eu acho que você é mais bonzinho, ele tem mais cara de sapeca, não é? Será que os Reis Magos vão te trazer algum presente ou vão ser todos para o seu irmão?”. Desculpem???

Tanto é assim que o meu filho mais velho, de 5 anos, acabou me dizendo o seguinte: “Mãe, eu acho que você é a única que sabe que os Reis Magos trazem presentes a todos, mesmo que os meninos não sejam bons”.

Acaso tem meninos “que não sejam bons”?

As crianças yecuanas

Explica Jean Liedloff, autora de “The continuum concept”, o seguinte sobre os bebês e crianças yecuanas (tradução minha ao português, desculpem os erros):

“Mais para frente, quando tem lugar a educação doméstica, quando o pequeno suja o chão da cabana, é mandado embora dela. Mas nesse momento ele já está tão acostumado a se sentir ou a ser considerado adequado ou bom, que os seus impulsos sociais, à medida que vão se desenvolvendo, estão em harmonia com os dos membros da sua tribo. Quando um dos seus atos é rejeitado, a criança não entende que seja ele, senão o seu ato o que é condenado, e sente o desejo de cooperar. Ele não tem nenhum impulso de se defender de ninguém, nem de ver em realidade a situação desde nenhum outro ponto de vista que não seja o dos membros da sua tribo, já que eles são os seus verdadeiros aliados, como ele tem comprovado. Mesmo resultando uma terrível ironia, isso é o que significa ser um animal social”.

Você tem reparado em quantas vezes pais, mães, tios, avôs, vizinhos, professoras, garçonetes e todo adulto que se ache com o direito de fazê-lo (e não são poucos) fala para uma criança coisas como as seguintes?:

“Você esta se comportando muito bem/mal”, “que bonzinho ele é”, “não seja mau”...

Ou “melhor” ainda, combinado com ameaças e chantagens:
“Se você não se comporta bem não vai ter sorvete”, “você está sendo muito má com a priminha, se você não é boazinha vamos embora para casa”...

E pior ainda, colocando em jogo o amor dos pais e lhes responsabilizando do nosso estado de ânimo:
“Mamãe não vai te querer mais se você continua se comportando mal assim”, “papai esta triste porque você não está sendo boa hoje”.
As crianças, desde que nascem, são permanentemente submetidas a avaliações de pessoas que as julgam de “boas” ou “más”. Se elas dormem muitas horas ou arrotam sempre depois de mamar “são boazinhas”, se a pequena não se termina a papinha ou chega perto da tomada por enésima vez “é uma menina muito má”. E assim, com cada ato, movimento, barulhinho ou ação natural do seu desenvolvimento, a criança é avaliada e julgada. Catalogamos as crianças constantemente, e elas assumem esse papel de “bom” ou “mau” que nós lhes damos, agindo em conseqüência.

Cuidemos as palavras, não brinquemos com a autoestima das nossas crianças.

-Proibida a reproduçõ deste artigo sem o consentimento de:

Elena de Regoyos
-Doula de puerpério e assessora parental 
-Consultora de slings e amamentação
www.mamaedoula.blogspot.com
Tlf (Br) +55 19-9391 4134 / Tlf (Esp) +34 696 08 25 21